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Archive for abril 2018

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 1189/2014 Expediente 05808-2014-12-AAC

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 1189/2014 Expediente 05808-2014-12-AAC

Duración máxima del proceso.

En base a las consideraciones de orden jurídico constitucional desarrolladas y el acto denunciado de ilegal en la presente acción, se debe analizar qué derechos se encuentran amenazados y si los mismos encuentran tutela a través de esta acción. Conforme a ello, la entidad accionante asevera que se vulneraron sus derechos y garantías fundamentales, pues dentro del proceso penal iniciado por la presunta comisión de los delitos de resoluciones contrarias a la Constitución y a las leyes y prevaricato en contra de los Vocales Elena Lowental Claros de Padilla y Oswaldo Fong Roca, la Jueza Tercera de Instrucción en lo Penal del departamento de Chuquisaca, declaró probadas las excepciones de extinción de la acción penal por vencimiento del plazo legal para reapertura y la excepción por duración máxima del proceso; en tanto, la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, confirmó tal determinación, sin haber resuelto adecuadamente las apelaciones interpuestas respecto a la extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, la imprescriptibilidad e irretroactividad de los delitos de corrupción pública, además de inobservar la jurisprudencia constitucional vigente y la doctrina legal aplicable emitida por el ahora Tribunal Supremo de Justicia, más específicamente el Auto Supremo 222/2007 de 7 de marzo. Bajo ese contexto, se puede evidenciar que a través de la presente acción de amparo constitucional, la parte accionante pretende que este Tribunal Constitucional Plurinacional, deje sin efecto el Auto de 21 de enero de 2013, así como el Auto de Vista 157/2013 de 15 de mayo. En este sentido, a efectos de verificar si las lesiones alegadas a derechos fundamentales son evidentes, corresponde ingresar al análisis de fondo de la problemática planteada a fin de determinar si las autoridades ahora demandadas en su labor jurisdiccional han conculcados derechos y garantías fundamentales de la entidad ahora accionante.

Conforme los antecedentes cursantes en obrados, se advierte que dentro del proceso penal iniciado por la presunta comisión de los delitos de resoluciones contrarias a la Constitución y a las leyes y prevaricato contra los Vocales Elena Lowental Claros de Padilla y Oswaldo Fong Roca, los mismos interpusieron excepciones de falta de acción, extinción de la acción penal por vencimiento del plazo legal para reapertura y la excepción por duración máxima del proceso, arguyendo en lo principal que en cuanto a la falta de acción, se evidenció la existencia de atipicidad en su conducta; es decir la falta de adecuación de su acción al delito de prevaricato, extremo que a decir de los imputados, se constituiría en un impedimento legal para la prosecución de la acción penal; por otra parte, y en relación a las excepciones de extinción de la acción penal por vencimiento del plazo legal para reapertura y duración máxima del proceso, los excepcionistas manifestaron que la acción penal fue reaperturada a los tres años, dos meses y catorce días, después de haber sido rechazada, es decir fuera del término previsto por ley, mientras que en cuanto a la duración máxima del proceso, alegaron que el mismo habría tenido una duración de cuatro años, seis meses y ocho días, consecuentemente, debía declararse su extinción.

Ahora bien, la Jueza demandada, por Auto de 21 de enero de 2013, declaró improbada la excepción de falta de acción y probadas las demás excepciones, basando su determinación en el hecho de que el proceso penal fue legalmente promovido; empero, el mismo fue reaperturado de forma extemporánea, es decir fuera del plazo previsto por el art. 27 inc.9) del CPP, plazo del cual no se pidió suspensión alguna, consecuentemente la Jueza de la causa, consideró que operó su vencimiento; por otra parte, dicha autoridad refirió que el proceso penal tuvo una duración superior a los tres años, sin que la dilación en su tramitación haya sido atribuible a los imputados. Ante esta determinación, el Ministerio Público como la Gobernación del departamento de La Paz, interpusieron en tiempo hábil y oportuno apelación incidental en contra del Auto de 21 de diciembre de 2013, siendo su principal argumento de ambas apelaciones la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción pública, entre ellos el delito de prevaricato, que a criterio de los apelantes, no podía declararse su extinción, pues al margen de estar dentro la previsión dispuesta en el art. 112 de la CPE, la dilación tanto en la reapertura del proceso como en su tramitación, fue a causa de los imputados y por la paralización de funciones del anterior Tribunal Constitucional, el cual no revisó oportunamente la resolución de la acción de habeas corpus interpuesta por Luis Alberto Valle Ureña, lo cual constituía un impedimento legal para la reapertura del proceso, que no estaba sujeta al plazo de un año, sino mientras el impedimento legal desaparezca. Por su parte, los imputados se adhirieron a las apelaciones incidentales planteadas en contra de la resolución dictada por la Jueza a quo, únicamente en cuanto a la excepción de falta de acción.

Ante dichas apelaciones, la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, mediante Auto de Vista 157/2013, determinó confirmar la Resolución de 21 de enero de ese mismo año, dictada por la Jueza Tercera de Instrucción en lo Penal del mismo departamento, al considerar que con relación a la extinción por reapertura del proceso, ésta fue correctamente aceptada, toda vez que a criterio del Tribunal de alzada, la reapertura de la investigación no se la puede realizar más allá del año transcurrido desde la Resolución de rechazo, esto en función al art. 27 inc.9) del CPP, con relación al art. 304 párrafo segundo del mismo cuerpo normativo, de ahí que al no haber existido ninguna resolución fundamentada que determine la suspensión del proceso, concluyeron en que la excepción fue concedida conforme a derecho. Por otra parte, las autoridades ahora demandadas consideraron que en relación a la excepción de extinción por duración máxima, esta también fue legalmente aceptada por la Jueza a quo, pues coincidieron con ésta en el hecho de que al no haber existido ninguna suspensión del proceso ni declaratoria de rebeldía, el transcurso del tiempo máximo del proceso fue cumplido conforme los presupuestos exigidos; finalmente, en referencia a la adhesión a la apelación formulada por los imputados, el Auto de Vista indicó que al no haberse apelado en ninguno de los recursos la falta de acción, era improcedente su consideración.

Hecha esta precisión de los argumentos expuestos por las partes procesales y los fundamentos desarrollados por las autoridades ahora demandadas, reflejados en las resoluciones que se denuncian como arbitrarias vía la presente acción tutelar, del análisis cuidadoso de las mismas, se advierte que el Tribunal ad quem, a tiempo de revisar en grado de apelación el Auto de 21 de enero de 2013, dictado por la Jueza Tercera de Instrucción en lo Penal, no ha observado la debida motivación y fundamentación en el Auto de Vista 157/2013 de 15 de mayo, toda vez que no resolvió adecuadamente todos los puntos apelados tanto por la Gobernación del departamento de La Paz, como por el Ministerio Publico, quienes a tiempo de impugnar la resolución que determinó a lugar las excepciones de extinción de la acción penal por vencimiento del plazo legal para reapertura y la excepción por duración máxima del proceso, arguyeron que el delito de prevaricato al tratarse de un tipo penal de corrupción pública previsto en la Ley de Lucha contra la Corrupción, Enriquecimiento ilícito e Investigación de Fortunas "Marcelo Quiroga Santa Cruz", era imprescriptible, consecuentemente, no podía declararse la extinción de la acción penal; argumento sobre el cual el Auto de Vista de referencia no hizo ninguna mención o valoración alguna, vulnerando con ello el debido proceso en su elemento fundamentación de las resoluciones, toda vez que los Tribunales de alzada, están en la obligación de referirse a cada uno de los agravios alegados por las partes apelantes, más allá que sean manifiestamente improcedentes, pues la debida fundamentación y motivación de una resolución garantiza que las partes procesales, estén conscientes de las razones de hecho como de derecho por la cuales sus pretensiones fueron aceptadas o desestimadas; en este sentido, en el caso de autos, al haberse apelado la resolución de primera instancia, entre otros argumentos por la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción pública, dispuesta por el art. 112 de la CPE, los Vocales ahora demandados estaban compelidos a emitir criterio respecto a este instituto en relación a las excepciones analizadas; empero al no realizar esta labor, han conculcado el derecho al debido proceso de la entidad accionante; en ese orden, corresponde conceder la tutela solicitada solo en cuanto a los Vocales demandados.

En consecuencia, el Tribunal de garantías, al haber concedido parcialmente la acción de amparo constitucional, ha evaluado en forma correcta los datos del proceso y las normas aplicables al mismo.

Texto in extenso.

La regulación de la nulidad procesal en el nuevo código procesal boliviano: un análisis a partir de cuatro cuestiones


 

por Felipe Gorigoitía Abbott

I. INTRODUCCIÓN.

el nuevo Código Procesal Civil boliviano promulgado por la Ley 439 de 19 de noviembre de 2013 (en adelante, NCPC) contiene una regulación de la nulidad procesal inédita para Bolivia, constituida principalmente por su Capítulo 3°, delTítulo IV, del Libro Primero (arts. 105 a 109). Con inspiración en el Código Procesal Civil Modelo para Iberoamérica, en él se contienen las reglas básicas de un sistema a partir de cuatro temas: el principio de especificidad o trascendencia, la declaración de nulidad, la llamada "subsanación" y la extensión de la nulidad.

El presente artículo pretende acercarse críticamente a estos cuatro tópicos como una forma de aportar una visión desde la más reciente doctrina referente a la nulidad procesal que dé luces acerca de su implementación, comúnmente dificultada por la imprecisión y oscuridad de los conceptos que se emplean al tratar y regular esta materia.

Para desarrollar el camino propuesto, se plantearán cuatro preguntas: (I) ¿Cuándo se puede anular una actuación procesal por faltar "los requisitos formales indispensables para la obtención de su fin"?; (II) ¿Qué papel deben cumplir la subsanación y la convalidación dentro del sistema de nulidad?; (III) ¿Cuándo procede la declaración de oficio de la nulidad?; y (IV) ¿Qué actuaciones deben aquedar sin efecto al declararse la nulidad?

La finalidad de lo expuesto es eminentemente práctica: lograr determinar cómo debe aplicarse en el día a día el régimen establecido por el NCPC. En lo posible, se ahorrarán las referencias y las disquisiciones que no sean útiles para dicho fin.

 

II. ¿CUÁNDO SE PUEDE ANULAR UNA ACTUACIÓN PROCESAL POR CARECER "DE LOS REQUISITOS FORMALES INDISPENSABLES PARA LA OBTENCIÓN DE SU FIN"?

El derecho procesal no sirve a finalidades propias, sino es un medio concebido para un fin ajeno a él. Como consecuencia de esto, el cumplimiento de las normas procesales resulta relevante solo en cuanto tutela al derecho sustantivo1. No existe un interés propiamente procesal, sino intereses sustantivos protegidos a través del derecho procesal2.

Siguiendo una tendencia común en el derecho comparado, en el NCPC se opta por contemplar casos específicos de nulidad que se complementan con una cláusula general, estableciendo un estándar de validez para todas las actuaciones procesales y que matiza fuertemente el entendimiento clásico de que no hay nulidad sin texto expreso (pas de nullité sans texte). Así, el art. 105, luego de postular que "Ningún acto o trámite judicial será declarado nulo si la nulidad no estuviere expresamente determinada por la Ley, bajo responsabilidad", agrega"No obstante, un acto procesal podrá ser invalidado cuando carezca de los requisitos formales indispensables para la obtención de su fin. El acto será válido, aunque sea irregular, si cumplió con el objeto procesal al que estaba destinado, salvo que se hubiere provocado indefensión". A efectos de la sistematización de la nulidad procesal, lo relevante es la cláusula general, que fija un verdadero estándar de validez de las actuaciones procesales.

De la disposición en cuestión se desprenden tres exigencias particulares para que se pueda estar en frente de un acto susceptible de ser declarado nulo: (1) debe tratarse de un acto o trámite judicial; (2) este acto o trámite debe ser irregular; y (3) dicha irregularidad debe hacer que el acto no sea apto para cumplir su fin.

(1) Sólo las actuaciones o trámites judiciales son susceptibles de ser declaradas ineficaces a través de la nulidad. Las actuaciones de parte o de terceros que no pertenezcan al órgano jurisdiccional no pueden ser directamente objeto de ella, por cuanto se sujetan a un régimen de valoración diverso, el de la admisibilidad. La diferencia se explica en que no producen efectos procesales por sí mismos, sino solo en la medida que son incorporados a un procedimiento a través de una resolución judicial3. Así es como incluso suena como una impropiedad lingüística hablar de la nulidad de una demanda o de un recurso. El punto de contacto entre ambas figuras se da por aquellos actos de parte que sean erróneamente admitidos, pues ellos podrán generarla nulidad de la resolución que los admite y ser, por esa vía, ineficaces.

(2) El acto procesal debe ser, además, irregular. En otras palabras, debe tratarse de un acto defectuoso. La determinación de la irregularidad de un acto procesal debe determinarse contrastando el acto concreto con el modelo normativo del mismo. La configuración de dicho modelo que sirve de parámetro nace de la ponderación que el legislador hace de los fines que se proponen, las garantías que se deben preservar, la eficiencia del proceso y otros factores, esperablemente, basado en la experiencia y realidad cultural de la sociedad respectiva4, presumiendo que, con la configuración que se propone, se ven bien resguardados todos los intereses en juego5.

Este modelo o esquema, que se establece por el ordenamiento y que permite apreciar la regularidad del acto, es de carácter procesal. Es decir, está constituido por una serie de elementos que no dicen relación con el contenido del acto, sino con el modo de proponerlo. En muchas ocasiones, se ha identificado lo procesal con lo formal, lo que, en este ámbito, implicaría una configuración del modelo normativo solo con los aspectos exteriores del acto procesal. Sin embargo, en la actualidad hay concordancia en el sentido de que existen elementos procesales no formales que determinan la regularidad del acto, en especial referentes a la capacidad de las partes y la competencia del tribunal, que no cabe que sean incluidos dentro de esta noción, aun cuando se le entienda en un sentido amplio6.

La exigencia de que el acto sea irregular tiene como lógica consecuencia que no existan casos de nulidad sin defectos procesales. Por inconveniente que pueda ser una determinada situación, si en ella no se puede identificar un incumplimiento de alguna disposición procesal, no podrá verificarse anulación alguna, aun cuando el acto no hubiese cumplido su fin y hubiese causado indefensión. Así, por ejemplo, una citación por cédula efectuada cumpliendo los requisitos del art. 75 NCPC, pero que no llega a poder del demandado, es igualmente válida.

Para evitar situaciones de extrema injusticia derivadas de circunstancias no imputables al afectado, los sistemas procesales suelen establecer algunos casos de nulidad sin necesidad de defectos. En el NCPC no hay nada explícito sobre el punto, pero razonablemente se podría asilar en el art. 95, relativo a la fuerza mayor.

(3) La existencia de un defecto no será suficiente para decretar la nulidad de una actuación procesal. Será menester, además, que dicho defecto tenga cierta entidad. Así lo establece claramente el art. 105 NCPC, al establecer que "El acto será válido, aunque sea irregular, si con él se cumplió con el objeto procesal al que estaba destinado, salvo que se hubiere provocado indefensión". El criterio se repite en el art. subsiguiente, el 107, que considera "subsanables los actos que no hayan cumplido con los requisitos fórmales esenciales previstos por la Ley, siempre y cuando su finalidad se hubiera cumplido".

En doctrina, la circunstancia de que haya actos irregulares que no son susceptibles de ser declarados nulos, es lo que se conoce como "principio de trascendencia o relevancia". Sobre el punto Couture enseña que "las nulidades no tienen por finalidad satisfacer pruritos formales, sino enmendar los perjuicios efectivos que pudieran surgir de la desviación de los métodos de debate cada vez que esta desviación suponga restricción de las garantías a que tienen derecho los litigantes"7. Tal como apunta Alsina, la ineficacia que se sigue de la nulidad debe tener una finalidad práctica, no procediendo la nulidad por la nulidad misma8.

La determinación de qué actos deben ser declarados nulos es una opción política del legislador, que trasunta una valoración acerca de las situaciones que juzga susceptibles de provocar afectaciones más graves dentro de un sistema procesal9, dejándose las infracciones más leves sin consecuencias jurídicas o con otras consecuencias menos gravosas. En este sentido, un sistema procesal manifiesta cuáles son las afectaciones que considera más trascendentes dentro de un proceso a través de la fijación de estándares de invalidez, que son parámetros que permiten diferenciarlos actos meramente irregulares de aquellos inválidos10.

Para el caso boliviano, el estándar establecido es la obtención del fin o el cumplimiento del objeto del acto. Así se establece en el ya varias veces mencionado art. 105 NCPC, además de los arts. 107 y 124, este último relativo a la nulidad del emplazamiento.

El cumplimiento del fin es una noción que proviene de la legislación procesal italiana, que la incorpora en el art. 156 de su Codice di procedura civile de 194011. Vino a reemplazar al criterio de esencialidad que contemplaba el art. 56 del código de 1865, criticado por "metafísico", en la búsqueda de un parámetro más claro y práctico12. Aunque con una importancia más bien marginal, también es posible encontrar dicho criterio en la legislación española, en los arts. 240.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 227.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil13.

En cuanto al contenido de este estándar o criterio de validez, hay unanimidad en la doctrina acerca de que el fin que se busca proteger es aquel por el que la formalidad fue estatuida por el legislador, excluyendo la posibilidad de que la referencia pueda ser hecha a ciertas motivaciones o fines subjetivos del autor del mismo14. Es por ello que algunos autores también se refieren a ella hablando de la función del acto15 o de finalidad de la ley16.

La determinación en el caso concreto de si se ha alcanzado la finalidad buscada, supone un doble análisis de parte del juez17: (a) el determinar la ratio legis de la formalidad vulnerada18; y (b) precisar si esta ha sido cumplida en el caso en particular.

(a) En principio, la ratio legis de cada formalidad no debe ser identificada de manera inmediata solo con las garantías procesales. Si bien se podría afirmar que, en lo mediato, toda formalidad se puede reconducir a alguna garantía procesal, lo cierto es que cuando se habla de fines de las formalidades, se debe tener presente que estas cumplen además funciones más inmediatas y precisas, que no necesariamente redundan tan claramente en la esfera constitucional, pero que son igualmente susceptibles de tutela.

Por supuesto que la existencia de una irregularidad que supone una afectación a alguna garantía procesal impide que el acto cumpla su fin. Suponer, como lo hace el art. 105.II NCPC, que puede cumplirse la finalidad de un acto, a pesar de existir indefensión, parece una contradicción19. El asunto es que no debe descartarse que existan irregularidades que afecten finalidades del acto que no necesariamente se encuentran constitucionalizadas, ni siquiera a través de conceptos amplios como el debido proceso o el derecho a la defensa. Así, por ejemplo, la relación precisa de los hechos que exige el art. 1 10 NCPC para la demanda, no solo se vincula con el derecho de defensa del demandado, sino también con el orden del debate, que no es una cuestión de relevancia constitucional.

Una consideración amplia de la finalidad del acto ayuda a evitar la peor cara de la constitucionalización de las garantías procesales, que es la que ha llevado a que muchas veces parezca que fuera de ellas no hay más derecho procesal20. Aunque las garantías constitucionales son el núcleo fundamental de toda la ordenación del proceso, no se puede olvidar que existen reglas y principios que, si bien han quedado en un nivel inferior de preponderancia, son valiosos para conformar un sistema justo y eficiente.

(b) Determinar si en un caso concreto se ha cumplido con la finalidad que se ha pretendido en el acto, pasa necesariamente por un análisis particularizado en cada situación. No es útil un análisis teórico a priori de cuáles formalidades aportan a cumplir el objetivo del acto21, pues se crearía una especie de segundo modelo normativo menos riguroso que sería el realmente obligatorio22. De acuerdo a Denti, debe determinarse si, en la serie del procedimiento, el evento sucesivo al acto defectuoso se verifica, es decir, si ocurre el comportamiento de la parte que representa el cumplimiento oportuno de la obligación, la satisfacción de la carga o el ejercicio del poder que era prevista como efecto del acto viciado23. Se trata de un análisis acerca de la producción de efectos materiales, y no meramente jurídicos, que se producen dentro del procedimiento24.

Una cuestión no resuelta en el derecho comparado son los límites del cumplimiento del fin del acto. ¿Es admisible cualquier acto irregular si es que cumple su finalidad?, ¿podría llegarse, por ejemplo, a aceptarse una citación efectuada por el apoderado de una de las partes a la otra, por el solo hecho de que ha cumplido su finalidad? Si bien a priori sería posible de hablar de algo así como un principio de fungibilidad de las formas25, el asunto parece tener algunos límites que impedirían que cualquier formalidad pudiese ser reemplazada por otra por el solo hecho de cumplir la misma función. No se debe olvidar que las formas procesales son garantías y que, en tanto tales, las partes tienen derecho a que las cosas se hagan de la manera como la ley dice que se hagan, que es la que, en abstracto, más seguridades ofrece26. Aunque ello no puede llevar a la exigencia a ultranza de la perfección de todos los actos, sí debe, al menos, excluir la posibilidad de que se realicen actos por equivalencia en las situaciones más relevantes, como las comunicaciones procesales.

La cuestión subsistiría respecto de aquellos casos en los que no existe o no es tan evidente su relevancia constitucional. Giovanardi postula la existencia de una exigencia implícita de que el acto concreto tenga al menos la fisonomía del acto correspondiente al modelo legal, lo que permitiría considerar que es susceptible de reconocérsele validez al acto procesal defectuoso, pero no al simple cumplimiento por equivalencia através de un acto completamente distinto y que se ha considerado igualmente idóneo para el cumplimiento de la finalidad buscada27. Esta conclusión parece confirmada por el texto del art. 106.II NCPC, pues habla de carencia de requisitos formales, lo que implícitamente refiere a un acto que tiene cierta fisonomía, pero que no cumple con todo lo exigido por el ordenamiento.

 

III. ¿QUÉ PAPEL DEBEN CUMPLIR LASUBSANACIÓNY LA CONVALIDACIÓN DENTRO DEL SISTEMA DE NULIDAD?

decir que la nulidad es una ultima ratio es casi un lugar común entre quienes se ocupan del tema. Con esta expresión se quiere significar que en los casos en los que la afectación causada por el acto defectuoso pueda solucionarse de una manera diversa, debe optarse por esta, debido a lo traumático que resulta para el proceso una anulación28. ElTribunal Supremo de Justicia asílo ha declarado al decir que "Toda nulidad implica un retroceso en el desarrollo del proceso y por consiguiente, mayor dilación; esto la convierte en un remedio de ultima ratio, es decir de uso limitado y excepcional. La regla, entonces, es la de la conservación de los actos procesales, la cual solo admite excepciones ante supuestos de lesión al debido proceso con incidencia en el derecho a la defensa" (Auto 1 69/201 3, de 12 de abril de 2013).

El favorecimiento de otros medios por sobre la nulidad se aprecia desde el primer art. del NCPC, que recoge dentro de sus principios el que llama "saneamiento", que "faculta a la autoridad judicial para adoptar decisiones destinadas a subsanar defectos procesales en la tramitación de la causa, siempre que no afecten los principios del debido proceso y de la seguridad jurídica, de manera que se concluya la tramitación de la causa con la debida celeridad procesal".

Sin perjuicio de esta disposición, la principal expresión de la regla de la nulidad como último recurso se puede encontrar en el art. 107 NCPC, que, bajo la denominación de"Subsanación de los defectos procesales", dispone que:

"I. Son subsanables los actos que no hayan cumplido con los requisitos fórmales esenciales previstos por la Ley, siempre y cuando su finalidad se hubiera cumplido.

II. No podrá pedirse la nulidad de un acto por quien la ha consentido, aunque sea de manera tácita.

III. Constituye confirmación tácita, no haber reclamado la nulidad en la primera oportunidad hábil".

Del texto transcrito, tomado en sus párrafos II y III casi literalmente del Código Modelo29, debe rescatarse más su espíritu que su expresión. Claramente, lo que ha buscado es dejar a la declaración de nulidad como una salida final, solo procedente cuando no haya otra vía para ello, lo que supone hacer preferir por sobre su declaración a (1) la subsanación y a (2) la convalidación. La subsanación y la convalidación son técnicas distintas, pero con un distintivo común: ambas hacen desaparecer la invalidez del acto sin necesidad de nulidad30:

(1) En un error recurrente en las leyes procesales iberoamericanas, el término subsanación es empleado de forma impropia en este art., tanto en su título como en el apartado primero. Si es que se le quiere dar sentido propio al concepto, se debe entender por subsanación a la integración o corrección de un acto defectuoso, en general, pero no exclusivamente, por el autor de este31. De esta forma la entiende el mismo NCPC en los arts. 1.8, 1 1 3.I, 226.III y 367.II.2 y .3.También es la manera en que lo suele ver la doctrina más moderna, cuando se ha preocupado de ella como un fenómeno digno de estudio32.

Entendida de la forma propuesta, el hecho de que un acto cumpla su finalidad no supone subsanación del mismo. Se está, en realidad, frente a una irregularidad que no es relevante desde el punto de vista de la nulidad y a una hipótesis normativa ya resuelta en el art. 105.III ("El acto será válido, aunque sea irregular, si con él se cumplió con el objeto procesal al que estaba destinado, salvo que se hubiere provocado indefensión").

Más allá de esto, que no pasa de ser un detalle, debe entenderse que la subsanación en su sentido propio también ha de ser preferida frente a la nulidad de actuaciones judiciales o la inadmisión de actos de parte. Así se desprende de las normas ya transcritas del NCPC, pero también de la relevancia constitucional que adquiere el tema cuando la nulidad o la inadmisión pueden suponer el amago a derechos de rango constitucional como el acceso a la jurisdicción, la celeridad o el derecho a la impugnación.

Los límites de la subsanabilidad es un tema poco explorado, El principio interpretativo básico debiese ser que todo lo que se pueda subsanar se subsane33. No es obstáculo para esta consideración el que se estimen como normas que regulan el proceso como de orden público (art. 5 NCPC), porque lo que está en juego acá no es si estas se cumplen o no, sino cuán flexible se es con quien comete errores no sustanciales, en pos de una verdadera tutela de los derechos. La cuestión, con todo, merece matices que tienen que ver con la efectiva posibilidad de corregir aquello mal hecho y con política legislativa, más que con el interés comprometido o la gravedad del defecto.

(2) La convalidación tiene características distintas. Se le debe entender como la aceptación de los efectos perjudiciales de un acto por quien puede impetrar su nulidad34. El fundamento de la convalidación se encuentra en una concepción de la invalidez como un asunto que mira, principalmente, al interés de los litigantes. Coherente con esta premisa, se suele establecer en la regulación legislativa del caso que la nulidad debe ser alegada por la parte a cuyo favor se ha establecido, presumiéndose que no hay interés en su declaración de quien ha causado el vicio o de quien, aun tácitamente, ha renunciado a hacerla valer35.

Tradicionalmente, se distingue entre la convalidación expresa y tácita, diferenciándose en esta última entre la que se produce por su falta de alegación en la primera oportunidad que se tenga, de la que se produce por la realización de cualquier actuación que no sea alegar la nulidad36. Ambas se encuentran recogidas en el art. 107.II y III.También se encuentra consagrado respecto al recurso de casación por infracción a normas procesales cuando se exige que esta se haya reclamado oportunamente ante juezas, jueces o tribunales inferiores (271.II).

La preferencia evidente que hace el art. 107 por la convalidación hace que no sea necesario explicar mayormente por qué se debe preferir a la nulidad. El problema surge al determinar si siempre ha de preferirse a esta última, o sea, los límites de esta técnica. Dado que el fundamento tiene que ver con la existencia de intereses eminentemente privados en la declaración de nulidad, deberá entenderse que cuando se está frente a un interés público comprometido, la norma será inconvalidable y la nulidad deberá ser declarada aun cuando ella no haya sido oportunamente alegada, incluso si sus efectos han sido aceptados por la contraria37. Sobre esto es que parece discurrir el art. 108.I cuando, respecto de la apelación, se contempla la posibilidad de que el tribunal ad quem se pronuncie sobre casos de "nulidad insubsanable", aun sin petición de parte.

Sentado el principio, la dificultad práctica radica en determinar en qué casos hay un interés público comprometido y, por lo tanto, defectos inconvalidables por las partes. En línea con lo que se ha dicho en el derecho comparado, se debe considerar que esto ocurre en casos de falta de jurisdicción, incompetencia absoluta o incapacidad de alguna de las partes, entre otros38. Cabe advertir que no parece conveniente identificar lo inconvalidable con los presupuestos procesales39, pues es perfectamente admisible que algunos de ellos queden al solo control de las partes, como ocurre con la competencia relativa en el (art. 1 3 NCPC).

 

IV. ¿CUÁNDO PROCEDE LA DECLARACIÓN DE OFICIO DE LA NULIDAD?

De la lectura del art. 106 NCPC se debiese concluir que la declaración de oficio de la nulidad solo procede en los casos en los que ella nazca de una hipótesis de nulidad expresa (párrafo I), quedando entregada a la parte afectada la solicitud de nulidad que pueda ocasionarse por carecer un determinado acto procesal de los requisitos formales indispensables para la obtención de su fin. Sin embargo, el análisis global del sistema de nulidad contemplado en el NCPC hace pensar que esta conclusión merece alguna revisión, tanto porque hay casos de nulidad expresa en los que la declaración de oficio no parece conveniente como por existir otros en los que parece procedente a pesar de darse por la causal genérica del art. 105.II.

Es evidente el vínculo que se puede hacer entre las facultades oficiosas del juez y la posibilidad de convalidar el defecto, en el sentido de que conferir al juez facultades oficiosas supone ver un determinado defecto procesal como inconvalidable por estar comprometido un interés que excede al de las partes40. Con esa lógica es posible apreciar que (1) hay casos de nulidad expresa en los que tal posibilidad no calza con el sistema diseñado; y (2) otros de nulidad por la causal genérica en los que las facultades oficiosas se desprenden de otras disposiciones del NCPC.

(1) No parece tener mucho sentido que ciertos actos defectuosos relativos a las citaciones y emplazamientos puedan ser declarados nulos a pesar de existir norma expresa, si es que ha mediado convalidación de ellos o cumplimiento del fin, pues se está frente a casos en los que la invalidez nunca existió o ya ha desaparecido. Me refiero específicamente a los casos de nulidad de citación porcédula en domicilio falso (art. 75.V) y de emplazamiento defectuoso (art. 1 24), en los que la comparecencia del citado o emplazado convalida todo defecto (arts. 80 y 124.II, respectivamente). Por supuesto que si esa comunicación defectuosa ha generado la incomparecencia del notificado, puede y debe declararse de oficio la nulidad, sin embargo no puede declararse en caso de haberse cumplido el fin o de convalidación.

(2) Por otro lado, que no se pueda declarar de oficio la nulidad en las hipótesis del 105.II NCPC no resiste análisis a la luz del art. 1 1 5 de la Constitución boliviana, que pone al juez como garante del debido proceso de las partes, más aún en el contexto de un proceso que debe verificarse con igualdad de oportunidades (art. I 19.I de la Constitución). Constituye una verdadera paradoja que este juez garante no pueda declarar la nulidad, precisamente, en los casos en los que se ve afectado el debido proceso, en particular si de ella se sigue la imposibilidad de la parte afectada de impetrarla.

Este razonamiento se confirma por lo que dispone el art. 1.8 NCPC, al establecer el ya mencionado deber de saneamiento, que faculta al juez "para adoptar decisiones destinadas a subsanar defectos procesales en la tramitación de la causa", subsanaciones que, muchas veces, podrán venir por la declaración de nulidad de ciertos actos en aras a evitar nulidades más extendidas.

 

V. ¿QUÉ ACTUACIONES DEBEN QUEDAR SIN EFECTO AL DECLARARSE LA NULIDAD?

Bajo el epígrafe "Extensión de la nulidad", el art. 109 NCPC dispone lo siguiente:

"I. La nulidad declarada de un acto procesal no importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de nulidad, de oficio serán declarados nulos.

II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros qué sean independientes, ni impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la Ley disponga lo contrario.

III. La autoridad judicial atiempo de fundamentar su decisión deberá especificar si la nulidad declarada de un acto procesal afecta a otros actos anteriores o posteriores al acto nulo".

La ineficacia que genera la nulidad afecta al propio acto defectuoso, pero también a aquellos conexos con él, al punto de que determinados vicios pueden, incluso, terminar en la nulidad de todo el procedimiento. Como el acto nulo no puede producir los efectos de un acto normal, todas las actuaciones que sigan a él y que sean su consecuencia deben ser declaradas ineficaces. Este fenómeno es el que se conoce como la nulidad derivada, que supone la ineficacia de actuaciones posteriores relacionadas con el acto nulo como una manera de implementar a cabalidad las consecuencias de anulación dispuesta.

La expansión de la nulidad a otros actos tiene, sin embargo, un importante contrapeso en el principio de conservación, que, partiendo de la idea que la ineficacia generada por la nulidad se extiende a otras actuaciones posteriores, insta a resguardar todo lo que sea posible, es decir, a extender la ineficacia sólo a los casos estrictamente necesarios. La tensión entre estos dos principios -que son como dos caras de una misma moneda- es la que termina por configurar el alcance de la nulidad. La idea es anular todo lo necesario para hacer cabalmente ineficaz el acto inválido, pero sin afectar otros actos que no estén relacionados.

1. La nulidad derivada.

La concatenación que existe entre todos los actos procesales hace que la invalidez de uno de ellos sea una verdadera epidemia que afecta a los actos posteriores41. La presencia de cualquier acto inválido provoca que aquellos otros actos que se

relacionan más estrechamente con él se contaminen y, al momento de implementar esta ineficacia a través de la nulidad, también se vean afectados.

El alcance de este fenómeno de la nulidad derivada es aplicable tanto a los actos de parte como a los actos del tribunal42. Así, un acto de parte que ha sido admitido erróneamente ingresa al sistema una invalidez que afectará a otros. Lo mismo ocurre si es un acto del tribunal. En ambos casos, los actos que ven afectada su validez pueden también ser de una especie u otra. La única diferencia es que una vez que se ha ingresado el acto de parte al proceso, la forma de eliminar el defecto no es propiamente anulándolo, sino anulando la resolución judicial que lo ha admitido, produciendo la consecuencial exclusión del acto de parte desde ese momento del proceso.

Para que propiamente se pueda hablar de nulidad derivada es necesario que estemos frente a un acto válido43 que no presenta defectos invalidantes en sí, sino que se ve afectado en su eficacia por su relación con otro inválido. Este acto deberá ser posterior al defectuoso, en caso alguno puede ser anterior44. La invalidez, como los ríos, desciende, pero no remonta.

La fuerza expansiva de la nulidad no dependerá ni de la entidad ni de la gravedad del defecto, sino del lugar en donde se encuentre en el proceso45. Es por ello que los presentes en la demanda son más graves en cuanto a su repercusión en el proceso. Al ser el acto inicial del juicio, un defecto en ella significa la invalidación de todo lo obrado46, cuestión que busca ser evitada a través de la función saneadora que cumple la audiencia previa.

2. El principio de conservación.

La doctrina ha entendido el principio de conservación de dos maneras. La primera, más amplia, lo identifica con la máxima de promover el menor uso posible de la nulidad dentro de un proceso y con la menor fuerza difusiva posible. En esta concepción, la subsanación y la convalidación se consideran como expresiones de aquel principio, en cuanto evitan el uso de la nulidad47.

La segunda forma de entenderlo es diferenciándolo de la subsanación y la convalidación, dejando en él solo la premisa de que se anulen los actos estrictamente necesarios en caso de decretarse una nulidad. En este sentido, el objetivo del principio de conservación sería modular la nulidad derivada, partiendo de la idea de que no necesariamente todos los actos posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto que le antecede48.

Aunque la primera opción parece razonable, considerando que es efectivo que el legislador ha buscado emplear lo menos posible la nulidad, y que a eso se le puede llamar perfectamente conservación, parece mejor utilizar el término en el segundo sentido, que calza mejor con el hecho de que son fenómenos que operan en planos distintos. Mientras la subsanación y la convalidación evitan la nulidad, la conservación en sentido estricto la supone para siquiera actuar, lo que quiere decir que, en circunstancias normales, no son compatibles49.

Considerado en esta acepción, el principio de conservación tiene como punto de partida el que la nulidad de un acto no necesariamente tiene que implicar la nulidad de todos los que le sucedan50. Para la afectación de estos, no solo debe haber una relación cronológica (ser posteriores), además debe existir una relación causal, un vínculo entre los actos que justifique la anulación51, que es lo expresado por el aforismo utile per inutile non vitiatur. El problema radica en cómo determinar cuáles actos deben ser afectados y cuáles no, porque en un proceso -como subraya Ramos Méndez- todos los actos tienen algún grado de encadenamiento, haciendo que, en definitiva, la determinación dependa de criterios principalmente de economía procesal o de proporcionalidad52.

El NCPC sienta el principio de la conservación al señalar que la declaración de nulidad de un acto no supone la de los actos independientes al anulado (art. 109.I y II). A partir de la idea de que la nulidad tiene la fuerza expansiva que recién se explicaba, se advierte que no es una cuestión absoluta, dejando en manos del juez la determinación precisa de los actos que deben ser anulados.

Esta exigencia de independencia claramente se cumple respecto de actos que no se encuentran en una secuencia lineal con el acto nulo. En algún sentido, son actos que han corrido por carriles paralelos, no estando condicionada la práctica del acto conservado por el del nulo, por no ser el último presupuesto del primero. Así, por ejemplo, en un caso de litisconsorcio pasivo, la nulidad del emplazamiento de uno de los demandados no afecta la eficacia del emplazamiento de otro de ellos, aunque fuese posterior, o la anulación de la declaración de un testigo no anula la de los otros53.

Más discutible es la situación de los actos secuencialmente dependientes, pero independientes en su contenido. Son actos que están en la línea del acto nulo, por lo que, en principio, se afectan por su nulidad, pero cuyo contenido no se encuentra determinado por el del acto inválido. Piénsese en un juicio con dos demandados, Pedro y Juan, en el que Pedro ha comparecido y contestado la demanda, mientras que Juan se encuentra en rebeldía. Si se llegara a anular por falta de emplazamiento todo lo obrado, dejándose la causa en estado de emplazarse nuevamente, ¿sería ineficaz la contestación de Pedro?, ¿y el mandato conferido en ese mismo escrito? Si se aplica estrictamente la regla de la línea secuencial, no cabría duda en ambos casos. Es, no obstante, razonable puedan preservar su eficacia, si se alude a la existencia de un principio favorable a la conservación de las actuaciones.

 

NOTAS

• Felipe Gorigoitía Abbott

Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas, Universidad de Valparaíso, Chile (2004). Máster en Derecho, Universitat Pompeu Fabra, España (2008). Doctor en Derecho, Universitat Pompeu Fabra, España (201 2). Actualmente, profesor adjunto de derecho procesal de la Universidad de Valparaíso (201 1 a la fecha). Sus principales líneas de investigación son nulidad procesal, inadmisión, recursos y buena fe procesal, en particular en Chile y el resto de Latinoamérica. Dirección postal: Errázuriz N° 2.120,Valparaíso, Chile. Correo electrónico: felipe.gorigoitia@uv.cl.

1      Montesano, L y Arieta, G.: Diritto processuale civile, v. I. Torino (1997): Giappichelli, p. 272.

2     Hay autores que niegan el carácter instrumental del derecho procesal. Se trata de posturas que Dinamarco llama "introspectivas" que "consisten en la visión del sistema procesal en sí mismo y no llega siquiera a cuestionar su función cara al ordenamiento jurídico sustancial" [véase Dinamarco, C.R.: La instrumentalidad del proceso. Lima (2009): Communitas, p. 306]. Es el caso de Goldschmidt, quien ve como finalidad del proceso el alcanzar la cosa juzgada [Goldschmidt, J.: Teoría general del proceso. Barcelona (1936): Labor, p. 33 y ss.], o de Guasp, quien, a partir de la concepción de la satisfacción de pretensiones como esencia de la función procesal, afirma que "la finalidad institucional del proceso no se halla subordinada jurídicamente a ninguna otra, pues la satisfacción de pretensiones es un concepto radicalmente primario desde el punto de vista jurídico" [Guasp,J.: Derecho procesal civil. Madrid (1961): Instituto de Estudios Políticos, p. 34]. Como consecuencia de esto, el derecho procesal sería un instrumento de los comunes valores jurídicos a los que todo el derecho obedece y se subordina.Ambas son posturas hoy superadas- o, al menos, muy minoritarias- que parten de concepciones del proceso que, más allá de su indudable valor, no lograron trascender a sus autores.

3     Gandulfo, e.:"sobre preclusiones procesales en el derecho chileno en tiempo de reformas", Revista Ius et Praxis (2009),año 15,n° 1, pp. 188-189.

4     Una constatación de este tipo hace Bedaque,J.: Efectividad del proceso y técnica procesal. Lima (2010):Communitas, p.83.

5     Giovanardi, C.:"Sullo scopo dell'atto processuale, in relazione alla disciplina della nullità", Rivista di diritto civile (1987), v. II, p. 281.

6     En este sentido, entre muchos, Hernández Galilea, J.: La nueva regulación de la nulidad procesal: El sistema de ineficacia de la LOPJ. Oviedo (1995): Fórum, p. 181.

7     Couture, E.: Fundamentos del derecho procesal civil. Montevideo (2002): B de F, p. 3 16.

8     Alsina, H.: Las nulidades en el proceso civil. Buenos Aires (1958): Ediciones Jurídicas Europa-América, p. 85.        [ Links ]

9     Por todos, Hernández Galilea, J.: La nueva regulación de la nulidad procesal: el sistema de ineficacia de la LOPJ, cit., p. 68; Carrasco, J.: "La nulidad procesal como técnica protectora de los derechos y garantías de las partes en el derecho procesal chileno", Revista de Derecho de la Universidad Católica del Norte (201 1), v. I, 201 1, p. 72.

10   Andrés Ciurana, B.: La invalidez de las actuaciones en el proceso civil. Valencia (2005):Tirant lo Blanch, pp. 59 y ss.        [ Links ]

11 Art. 156. (Rilevanza della nullità):"Non può essere pronunciata la nullità per inosservanza di forme di alcun atto del processo, se la nullità non è comminata dalla legge. Può tuttavia essere pronunciata quando l'atto manca dei requisiti formali indispensabili per il raggi ungi mento dello scopo. La nullità non può mai essere pronunciata, se l'atto ha raggiunto lo scopo a cui è destinato".

12 Liebman, E. T.: Manuale di diritto processuale civile: principi. Milano (2002): A. Giuffrè, pp. 232-233. El autor hace presente, además, que la adopción de la esencialidad del defecto omitido era, a su vez, una atenuación de la regla francesa contenida en el art. 1030 del Code de procédure civile francés de 1806 del pas de nullité sans texte.

13 Ambos disponen que "La nulidad de pleno derecho, en todo caso, y los defectos deforma en los actos procesales que impliquen ausencia de los requisitos indispensables para alcanzar su fin o determinen efectiva indefensión, se harán valer por medio de los recursos legalmente establecidos contra la resolución de que se trate, o por los demás medios que establezcan las leyes procesales".

14    Por nombrar a algunos, Montesano, l. y Arieta, G.: Diritto processuale civile, v. I, cit., p. 275; Marelu, R: La conservazione degli atti invalidi nel processo civile. Padova (2000): Cedam, p. 47. En la doctrina española, Martín De La Leona, J. M.: La nulidad de las actuaciones en el proceso civil. Madrid (1996): Colex, p. 222; y Andrés Ciurana, B., La invalidez de las actuaciones en el proceso civil, cit., p. 206.

15    Satta, s. y Punzi, c.: Diritto processuale civile. Padova (1996): Cedam, p. 293; Mandrioli, C.: Diritto processuale civile. Torino (2004): G. Giappichelli, p. 406.

16    Giovanardi, C.A.:"Sullo scopo dell'atto processuale, in relazione alla disciplina della nullità", Rivista di diritto civile (1987),v. II, p.267.

17    En un sentido similar, Poli, R.:"Sulla sanabilità dei vizi degli atti processuali", Rivista di Diritto Processuale (1995), v. 2, 1995, p. 472.

18    Redenti, E.:"Atti processuali civili", en AA.VV.: Enciclopedia del diritto, v. IV. Milano (1958): Giuffrè, p. 124.

19    Yélamos llega a decir que "la finalidad del acto y la prohibición de indefensión son la misma cosa", enYélaMos, e.: Nulidad procesal y comunicaciones judiciales fallidas. Barcelona (2006): Atelier, p. 428.

20    Una advertencia similar hace Díez-Picazo Giménez, I. en Borrajo Iniesta, i., Díez-Picazo Giménez, i. y Fernández Farreres, G.: El Derecho a la tutela judicial y el recurso de amparo: una reflexión sobre la jurisprudencia constitucional. Madrid (1995): Civitas, p. 114.

21    Furno, C.:"Nullità e rinnovazione degli atti processuali nel XL anno del suo insegnamento", en AA.VV.: Studi in onore di Enrico Redenti (dirigido por F, Carnelutti), v. I. Milano (195 1): Giuffrè, p. 41 3; Marelli, F.: La conservazione degli atti invalidi nel processo civile, cit., p. 55.

22    Denti, V.:"Nullità degli atti processuale civili", en AA.VV.: Novissimo Digesto Italiano, v. XI, 1957. Torino (1957): Unione tipografico-editrice torinese, p. 477.

23    Denti,V.:"Nullità degli atti processuale civili", cit., p. 477. En la doctrina española,andrés Ciurana, B.: La invalidez de las actuaciones en el proceso civil, cit., p. 207.

24     Marelli, F.: La conservazione degli atti invalidi nel processo civile, cit., p. 69.

25    Término empleado por Bedaque,J.: Efectividad del proceso y técnica procesal, cit., p. 162.

26    Al menos respecto de las comunicaciones procesales, así lo plantean Ramos Méndez, F: B sistema procesal español. Barcelona (2005): Atelier, p. 287; Yélamos, E.: Nulidad procesal y comunicaciones judiciales fallidas, cit., p. 448.

27    Giovanardi, C.A.:"Sullo scopo dell'atto processuale, in relazione alla disciplina della nullità", cit., p. 279.

28    Binder, A.: El incumplimiento de las formas procesales: elementos para una crítica a la teoría unitaria de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires (2000):Adhoc, p. 96.

29    "Art. 106. (Subsanación de la nulidad). No puede pedir la anulación de un acto quien lo ha consentido aunque sea tácitamente. Importa consentimiento tácito, el no reclamar la reparación de la nulidad en la primera oportunidad hábil al efecto y por la vía correspondiente".

30    Gorigoitía, F.: "Irregularidad, invalidez e ineficacia en el contexto de la nulidad procesal", Revista de Derecho Universidad Católica del Norte (2013), n° 1,2013, pp. 143-144.

31    Gorigoitía, F.: "El perjuicio reparable sólo por la declaración de nulidad como estándar de validez de las actuaciones procesales civiles", Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (201 3), vol. 39, n° 1, p. 593.

32    Andrés Ciurana, B.: La invalidez de las actuaciones en el proceso civil, cit., p. 250.

33    Ramos Méndez, R: Enjuiciamiento civil: cómo gestionar los litigios civiles, v. II. Barcelona (2008):Atelier, p. 1.421.

34    Morón Palomino, M.: La nulidad en el proceso civil español. Barcelona (1957):Ahr, p. 208;Tavolari, R.:"La nulidad procesal en el derecho actual", en El proceso en acción. Santiago (2000): Libromar, p. 242., 255; Otero, M.: La nulidad procesal civil, penal y de derecho público. Santiago (2009): Editorial Jurídica de Chile, p. 62.

35    Tommaseo, F.: Lezioni di diritto processuale civile. Padova (2002): Cedam, p. 239. Un planteamiento parecido en Tavolari, R.:"La nulidad procesal en el derecho actual", cit., p. 271.

36    Salas, J.: Los incidentes y en especial el de nulidad en el proceso civil, penal y laboral. Santiago (1994): Editorial Jurídica de Chile, pp. 92-93; Otero, M.: La nulidad procesal civil, penal y de derecho público, cit., p. 62.

37    Salas, J.: Los incidentes y en especial el de nulidad en el proceso civil, penal y laboral, cit., p. 1 19.

38    Tavolari, R.:"La nulidad procesal en el derecho actual", cit., pp. 256-257.

39    Como lo hace, por ejemplo, Salas, J.: Los incidentes y en especial el de nulidad en el proceso civil, penal y laboral, cit. p. 110.

40     Salas, J.: Los incidentes y en especial el de nulidad en el proceso civil, penal y laboral, cit., p. 119.

41     Liebman, E. T.: Manuale di diritto processuale civile: principi., cit., p. 235; Binder, A: El incumplimiento de las formas procesales: elementos para una crítica a la teoría unitaria de las nulidades en el proceso penal, cit., p. 112.

42    De hecho, Peyron, C.:"Inammissibilità", en AA.VV.: Enciclopedia del diritto, v. XXII. Milano (1958): Giuffrè, p. 6 19, advierte que la inadmisibilidad tiene una"particolare forza diffusiva".

43    Morón Palomino, M.: La nulidad en el proceso civil español, cit., p. 199.

44    Mancinelli, R.: "Nullità degli atti processuale penali", en AA.VV.: Novissimo Digesto Italiano, v. XI, 1957. Torino (1957): Unione tipograflco-editrice torinese, p.477.

45    En un sentido similar, Maurino,A.: Nulidades procesales. Buenos Aires (2001):Astrea, p.3 15.

46    Liebman, E.T.. Manuale di diritto processuale civile: principi., cit., p. 235.

47    Martín De La Leona,J. M.: La nulidad de las actuaciones en el proceso civil, cit., p. 334; Marelli, F.: La conservazione degli atti invalidi nel processo civile, cit., p. 148 y ss.

48    Gui Mori, T.:"La intercambiabilidad de las técnicas jurídicas: Los principios de proporcionalidad, conservación y subsanación como emanación del de tutela activa", La Ley: Revista jurídica española de doctrina, jurisprudencia y bibliografía (1998), v. 3, p. 959; Bonet Navarro, Á.: "Subsanación de defectos procesales y conservación de actos en el proceso civil", en AA.VV.: La nulidad de actuaciones en el proceso civil. Madrid (1993): Consejo General de Poder Judicial, p. 365; Richard M.: Tratamiento procesal de la nulidad de actuaciones, Cizur Menor (2008): Aranzadi, p.92.

49    Richard M.: Tratamiento procesal de la nulidad de actuaciones, cit., p. 92.

50    Gui Mori,T.:"La intercambiabilidad de las técnicas jurídicas: Los principios de proporcionalidad, conservación y subsanación como emanación del de tutela activa", cit., p. 953.

51 Mancinelli, R.:"Nullità degli atti processuale penali", cit. p. 492; Liebman, E.T.: Manuale di diritto processuale civile: principi., cit., p. 235

52 Ramos Méndez, R: Enjuiciamiento civil: cómo gestionar los litigios civiles, cit., p. 1420.

53 Maurino, a: Nulidades procesales, cit., p. 317.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Fuente.

Redes sociales, el "boom" donde se viraliza la presunción de culpabilidad

Basta publicar en un muro un mensaje, una foto o un video con intención de desprestigiar, dañar, por venganza, represalia, para condenar a un presunto inocente y así sea sentenciado por el "tribunal de la opinión pública".

La Paz, 24 de abril (ANF).-

Las Redes Sociales como WatsApp, Facebook, Twitter e Instagram principalmente son canales por donde se difumina gran cantidad de datos vía fotos, videos y textos muchas veces con el objetivo de desprestigiar a una persona para que sea condenada por el "tribunal de la opinión pública" anticipando la culpa.  

En las redes sociales la información toma un ritmo acelerado mucho más veloz que la radio podría decirse, si bien su uso tiene varios beneficios como hacer amigos, buscar personas desaparecidas, ofrecer productos para llegar a miles en algunos casos a millones de personas también se utiliza como una herramienta para condenar anticipadamente a personas.

Muchas veces víctimas de la injusticia al no ser oídos ni atendidos por autoridades judiciales o por medios de comunicación recurren a las redes sociales para exigir justicia y culpando anticipadamente por un delito a personas específicas.

"Se ha puesto de moda la presunción de culpabilidad eso también ha sido por una necesidad social de la forma en que se ha ido manejando la justicia", refirió el fiscal departamental de La Paz, Edwin Blanco.

Explicó que el solo hecho de publicar una imagen de un sindicado en un delito ya es vulnerar la presunción de inocencia y en ese sentido las redes sociales toman un papel importante en la psique colectiva de la sociedad.

Blanco dijo que aún falta madurez y formación en valores en algunas personas para el uso adecuado de las redes sociales porque muchas veces se usan estas herramientas para eliminar a un adversario, para dañar una imagen, para desprestigiar a una persona frente a la sociedad.

Los que aparecen acusados directamente figuran como responsables y culpables de un hecho sin siquiera haber sido juzgados.

"En el boom de la opinión pública fogoneada desde las redes sociales, hemos retornado a la presunción de culpabilidad", manifestó el periodista Andrés Rojas.

En las redes circulan imágenes extraídas de las mismas cuentas privadas de las redes sociales y utilizadas por la red sin ninguna autorización, muchas veces se crean incluso cuentas falsas para denigrar el honor de las personas.

Ante esta situación los únicos mecanismos de defensa utilizados por los internautas son bloquear a desconocidos, tomar mayores medidas de seguridad en su cuenta, reportar publicaciones indebidas o dañinas, sin embargo una vez publicada una información falsa o condena anticipada difícilmente puede borrarse tal publicación.

Tampoco las actuales normas jurídicas del país establecen algún tipo de sanciones específicas o controles en este tipo de ámbitos, entonces solo se las asume de manera paralela a un delito para tipificar algún delito como ser estafa vía internet, pornografía, entre otros, según el fiscal departamental de La Paz, Edwin Blanco.

"Específicamente no (está normado), pero hay delitos que de alguna forma se adoptarían", manifestó Blanco.

Fuente.

Seis historias de personas "condenadas" por "errores" judiciales y policiales

La vulneración a la presunción de inocencia de seis personas ocasionó que muchos de ellos pierdan su familia, trabajo, amigos y que la sociedad los tenga catalogados como delincuentes.

La Paz, 16 de abril (ANF).- La historia de seis personas refleja como la vulneración a la presunción de inocencia tanto por la justicia como por la sociedad puede condenar erróneamente y ocasionar daños irreparables a ciudadanos quienes además de ser mellados en su imagen y honor también pierdan su familia, empleo, amigos y sean catalogados a los ojos de los demás como delincuentes.

Reynaldo Ramírez Vale el inocente condenado a 30 años de prisión

Reynaldo Ramírez aprovechando las habilidades que tenía en cerrajería y cableado eléctrico se fue de Cochabamba a vivir a Santa Cruz para trabajar en la termoeléctrica de Warnes.

Jamás olvidará aquél 11 de mayo de 2015 cuando fue aprehendido en Cochabamba, trasladado a Santa Cruz y presentado públicamente como presunto autor del feminicidio de Verónica Menacho Chilo, mujer de 22 años que fue calcinada el 25 noviembre de 2014.

En juicio las autoridades establecieron que Reynaldo tenía rasgos físicos similares a la del asesino de Verónica por tal motivo fue sentenciado a 30 años de prisión en el penal de Palmasola sin derecho a indulto.

Desde aquel momento su vida cambió radicalmente al punto que intentó suicidarse en la cárcel, su hermano falleció y no pudo ir al entierro, su madre de la tercera edad tuvo que buscar trabajo para ganar un poco de dinero y así poder trasladarse de Cochabamba a Santa Cruz para visitarlo.

La cárcel no fue precisamente un lugar donde iba a reformarse sino un lugar donde debía acomodarse rápidamente porque debía pagar para estar en un lugar.

Pasó dos años recluido; en 2017 la Policía hizo algunas pericias más del caso y concluyó que él era inocente y analizando nuevamente las imágenes y videos logran dar con Moisés Bascopé Zambrana, que se declaró confeso del feminicidio de Verónica.

Al enterarse del esta situación le vuelven las esperanzas a Reynaldo y con las nuevas pericias policiales interpuestas logra su liberación. Los jueces y fiscales que atendieron el caso fueron procesados.

Luego de salir de la cárcel Reynaldo fue contratado para trabajar en el Ministerio de Justicia; posteriormente al quedarse sin el trabajo temporal que le dieron en esa cartera de Estado tuvo que volver a la casa de su madre en Cochabamba.

Actualmente no tiene recursos, tiene deudas con muchos de sus familiares y su proceso por resarcimiento no avanza.

Jhiery Fernández el médico condenado sin pruebas científicas a 20 años de prisión

El 13 de noviembre de 2014, el bebé de ocho meses Alexander perdió la vida a raíz de un paro cardiorespiratorio. Además, el menor presentaba un sangrado profuso por la región anal, por lo que el Ministerio Público estableció que el menor fue víctima de violación y acusó por ese hecho a Fernández.

El 16 de diciembre de 2014, el médico fue cautelado y detenido preventivamente en el penal de San Pedro y en aquél momento sintió que lo lincharon social y mediáticamente sin dejar que diga algo en su defensa. Lamentó que muchos medios de comunicación solo repitan lo que dicen algunas autoridades judiciales sin tomar en cuenta al acusado.

"Nadie me dio el beneficio de la duda, todos me sentenciaron desde un primer momento", relató.

Fernández sintió que sus derechos fueron vulnerados porque ya lo calificaban como un asesino, un pedófilo, violador. 

Una vez encarcelado tuvo que acomodarse a la vida de la cárcel y con el pasar de los años los mismos internos se convencieron de que Jhery no podría ser un asesino de niños. Por ello los delgados del sector La Posta pidieron su pase a esa sección. Ahora atiende un consultorio médico ahí.

Su padre es sastre y su madre ama de casa; Jhiery Fernández sabe que su familia empobreció mucho por el tiempo que duró este caso.

La madrugada del 27 de marzo de 2018, el Tribunal Decimo de Sentencia lo condenó a 20 años de prisión por el delito de violación. La medida fue apelada.

Pese a que los policías investigadores alegaron que faltaban pericias para aclarar el hecho y que la misma autoridad judicial reconoció que no se presentaron pruebas científicas igual condenaron al médico.

Cristian Alanes, abogado de Fernández, indicó que no hay pruebas plenas para sentenciar a su defendido por violación y denunció que durante el proceso no les dejaron presentar las pruebas que demuestran la inocencia de Fernández.

"Acá si se vulnera el debido proceso, no se han valorado adecuadamente los medios de prueba presentadas por la defensa y lamentablemente e base a simples indicios se ha sentenciado a una persona que al decir de nosotros es total y completamente inocente", indicó. 

Marcelo Beltrán, el "sospechoso" de la explosión de Oruro

El joven Marcelo Beltrán fue identificado por la Policía como sospechoso de la segunda explosión en la ciudad de Oruro que dejó un saldo de varios muertos, hecho registrado el 13 de febrero.

Analizando las imágenes de cámaras de seguridad la Policía hizo el identikit del principal sospechoso de la explosión y luego se difundió la imagen a través de los medios de comunicación y redes sociales pidiendo cooperación para capturar a esta persona.

El joven atemorizado al ver su imagen difundida en distintas partes acudió rápidamente a la Policía y la Fiscalía para indicar que él no tenía nada que ver con las explosiones. Dijo que él acompañaba a su familia y además entre las víctimas de la primera explosión se encuentran sus familiares y pese que allanaron sus domicilio no encontraron nada en su contra.   

"Pedir a la Policía y a la población que ya no se difunda más mi imagen que soy inocente, no tengo nada que ver en el caso", imploraba Beltrán.

Graciela Cuti, la comerciante que fue sindicada en la desaparición de Carla y Jesús

El 1 de enero la pareja de Carla Bellot y Jesús Cañisaire desapareció sin dejar rastro del local Planta Baja, luego de varios días sus cuerpos fueron hallados botados en el rio Orkojawira de La Paz. Ambos habían sido asesinados brutalmente además Carla fue ultrajada sexualmente.

En las investigaciones iniciales, la Policía detectó a algunas personas que tendrían alguna relación con los equipos de celular de las víctimas y en ese contexto fue capturada y presentada Graciela Cuti, una comerciante de la urbe alteña que fue vinculada porque supuestamente tenía en su poder el celular de Carla.

Contó que tuvo mucho miedo cuando la expusieron públicamente al implicarla siendo inocente.

"Pido que saquen los antecedentes penales (que me hicieron) no quiero tener eso porque yo nada tengo que ver con el caso de los jóvenes (…) Yo vendó en El Alto y este caso me ha afectado mucho la gente me mira piensan que yo soy delincuente, se imaginan muchas cosas de mí y yo quiero limpiar mi imagen", relató.

Cuti fue sobreseída en este caso. 

Jhoseline Quisbert, la universitaria capturada por la desaparición de Carla y Jesús

Jhoseline Quisbert la estudiante de ingeniería electrónica que fue aprehendida y presentada públicamente por la Policía vinculándola a la desaparición de Carla y Jesús porque supuestamente tenia en su poder el equipo celular de este último.   

"Voy a tratar (de volver a la normalidad en mi vida) es difícil pero con la fuerza que me ha dado mi familia y amigos voy a salir adelante, yo sé que sí. Esto no lo voy a olvidar nunca pero si lo voy a superar", dijo Jhoseline una vez que fue sobreseída del caso.

El abogado de la joven, Andrés Zúñiga, dijo que cuando aprehendieron a su defendida vulneraron sus derechos y le ocasionaron un gran daño psicológico.

Jhoseline fue sobreseída y retomó sus estudios.

Tanto Graciela como Jhoseline fueron sindicadas en el caso porque no reportaron el extravío de equipos de celular.

Víctor Hugo, el profesor de matemáticas que fue encarcelado por supuesta violación

El 28 de agosto de 2017 el profesor Víctor Hugo Z. P. fue acusado de violar a una estudiante de 16 años en el aula de un instituto educativo de la zona de Miraflores, La Paz; la estudiante denunció el hecho refiriendo que acudió a una reunión con su profesor para tratar los motivos por su reprobación en la asignatura de Matemáticas, y que cerca de las 12.45 fue agredida sexualmente.

Víctor Hugo fue aprehendido y dos días después del supuesto hecho fue detenido preventivamente en la cárcel de San Pedro.

A raíz del hecho fue alejado de su fuente laboral y el profesor alegó que mellaron su imagen con esta acusación porque no incurrió en ningún hecho de violación.

En febrero de este año el abogado del acusado, Esteban Gutiérrez, dijo que estudios periciales, informes médicos y declaraciones testificales sustentan que su defendido no cometió la violación.

Gutiérrez indicó que la víctima habría inventado la violación para abortar de manera legal, debido a que se habría embarazado en una relación con otro hombre.

Tras presentar todos esos indicios Víctor Hugo fue liberado con medidas sustitutivas y ahora busca que el Ministerio Público emita su sobreseimiento de este caso.

Fuente.

SENTENCIA CONSTITUCIONAL 1555/2011-R Sucre, 11 de octubre de 2011

A partir de la problemática planteada, se establece que los accionantes pretenden mediante esta acción tutelar dos situaciones: a) Se deje sin efecto las actuaciones de la autoridad demandada respecto a la declaratoria de rebeldía dispuesta en su contra, tomando en cuenta su comparecencia; y, b) Se disponga nueva audiencia cautelar a favor de Bertha Karina Almazan Serrano, en la que se disponga su inmediata libertad.

Respecto al primer punto, se debe dejar claramente establecido que la SC 0636/2010-R de 19 de julio, estableció que las resoluciones pronunciadas en los incidentes, son susceptibles del recurso de apelación incidental, citando al efecto a la SC 0522/2005-R, que al respecto precisa: "…la corrección de la actividad procesal defectuosa dentro de los procesos penales puede hacérsela por la vía incidental ante el juez cautelar en la etapa preparatoria o ante el Juez o Tribunal de Sentencia en el juicio oral, y, en su caso, a través del recurso de apelación restringida…" (las negrillas nos pertenecen), por lo que conforme se tiene establecido a partir de la SC 0008/2010-R, el accionante bien pudo hacer uso de los medios y/o mecanismos previstos por ley, previamente a interponer la presente acción de libertad, por lo que no agotó la vía específica, idónea, eficiente y oportuna de defensa, en procura de la reparación y/o protección de sus derechos constitucionales.

Con relación al segundo punto, se tiene que la accionante bien pudo impugnar la resolución que dispuso su detención preventiva, mediante el recurso de apelación, consiguiendo con ello agotar los mecanismos previstos por ley dentro de la jurisdicción ordinaria, abriendo la posibilidad de que el superior en grado pueda reparar las supuestas lesiones a sus derechos y garantías constitucionales, conforme ha establecido este Tribunal en su SC 0080/2010-R de 3 de mayo, en su segundo supuesto, por lo cual mediante esta acción de libertad no se puede ingresar al análisis del fondo de la problemática planteada, caso contrario se ocasionaría una confrontación entre la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción constitucional.

Por los argumentos expuestos precedentemente y la jurisprudencia glosada, corresponde denegar la tutela solicitada.

Consiguientemente, el la Jueza de garantías al denegar la tutela, aunque con otros fundamentos, aplicó correctamente los alcances de ésta acción tutelar.

Por la anulación de un proceso injusto

Cuando tenemos una justicia que está estructuralmente podrida no es de sorprender que se produzcan las aberraciones más grandes. Todos los días.

La lista sería infinita, pero uno de los casos que más repudio ha causado es el del Dr. Jhiery Fernández, que acaba de ser condenado a 20 años de cárcel por el delito de violación a un bebé de pocos meses de vida: Alexander.

Fernández fue objeto de un proceso que puede ser recopilado como ejemplo de cuán negligentes y criminales pueden ser los administradores de justicia de un país y cómo la verdad de los hechos, las responsabilidades de las personas y el resarcimiento a las víctimas pueden llegar a ser detalles sin importancia para jueces e investigadores decididos a imponer su nefasta voluntad.

Según las investigaciones -que partieron de pruebas contaminadas, maliciosamente manejadas y conducidas negligentemente- no se puede ni siquiera evidenciar que hubo una violación y mucho menos que -de haberse dado- haya sido cometida por Fernández. Las muestras de antígeno prostático y la sangre analizada no corresponden a la del médico.

Los jueces, que entraron en una pugna de acusaciones inclusive entre ellos mismos, remataron con una condena que sepulta en vida a una persona sin las pruebas para ello. Antes, gran parte de las y los acusados en el caso se habían declarado culpables en juicios abreviados para acceder a penas más cortas o leves. Fernández, no.

Tal ha sido la desproporción de este fallo, que ha generado una corriente de opinión condenando la sentencia y solicitando la revisión de la misma. Columnistas, expertos y medios como Página Siete, se han unido espontáneamente en una campaña que pone en evidencia la injusticia que se está realizando con el médico y la necesidad de revertir esta situación.

También se han pronunciado entidades como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Paz (APDHLP) que pidió a las autoridades judiciales la anulación del proceso amañado; y el  Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia Estatal (ITEI), un instituto que investiga los abusos cometidos desde el Estado, que calificó de "tortura" la detención y condena que se dictó contra Jhiery Fernández sin pruebas suficientes. Finalmente, el presidente del Colegio Médico de La Paz, Luis Larrea, expuso pruebas periciales científicas y extractos de llamadas que develan que el médico Jhiery Fernández no agredió sexualmente al bebé Alexander y anunció movilizaciones en su defensa.

Nada de esto, con todo, ha merecido una intervención de parte de las principales autoridades de justicia. Ni el fiscal general, Ramiro Guerrero, ni el ministro de Justicia, Héctor Arce, han anunciado una revisión del caso y parecen dispuestos a tomar esta nefasta resolución sin mayores incomodidades a pesar de haber sido testigos de las incontables irregularidades que presentó el proceso. Además de lo señalado con la investigación, en dos años y dos meses de juicio oral en el proceso Alexander, las audiencias fueron suspendidas en 233 ocasiones: 63 audiencias fueron suspendidas por la ausencia de fiscales y de acusadores particulares; 83 por la falta de secretario; 46 por el Tribunal, sobre todo por la baja pre y posnatal de la jueza Guerrero; y 41 veces por otras razones.

El caso del bebé Alexander es, en conclusión, la encarnación de la pobreza, la miseria y el abandono al que son sometidos miles de niños bolivianos que nacen y mueren sin recibir el más elemental de los cuidados; también es un crudo retrato de lo que sucede en los pasillos de los juzgados: manipulación, negligencia, corrupción e impunidad ante la impotencia de las víctimas.

Pero, esta resignada conclusión no es suficiente: es preciso que las autoridades nacionales reaccionen y eviten, por lo menos una vez en nuestra triste historia de injusticia y crímenes de la justicia boliviana (!qué paradoja!), mirar para otro lado y se pretenda que el show deba continuar.

Fuente.

TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA SALA PENAL AUTO SUPREMO Nº 901/2016

La Sentencia Constitucional 0551/2010-R de 12 de julio, estableció: "(…) vale dejar claramente establecido que el plazo fatal y fijo, no puede ser considerado como único criterio para extinguir una causa por duración máxima del proceso, sino que también debe ponderarse en forma concurrente los factores ya citados en la jurisprudencia constitucional glosada, efectuando un análisis para cada caso concreto, donde deberá analizarse si existen elementos suficientes que establezcan la extinción de la acción, como son la conducta de las partes que intervinieron en el proceso penal y de las autoridades que conocieron el mismo, aspectos que constituyen una omisión indebida por parte de los codemandados, sin soslayar que la situación de los jueces y tribunales bolivianos, así como del Ministerio Público no se encuentra sujeta únicamente a su propia voluntad sino a aspectos ajenos al propio órgano, como la falta de nombramiento oportuno de dichas autoridades, las frecuentes e intempestivas renuncias de funcionarios de esas reparticiones, así como otras circunstancias que inciden negativamente en el propósito encomiable de una pronta y oportuna administración de justicia. En consecuencia, corresponderá efectuar un estudio integral de los elementos que incidieron en la mora procesal, sin atentar contra la eficacia de la coerción penal favoreciendo a la impunidad"

Fuente.

Propuesta de regulación del manejo de datos autorizados personales en Bolivia


 

El desarrollo de las nuevas tecnologías informáticas, obligan a la ciencia del derecho a estar en constante actualización. Estos nuevos conocimientos generan teorías que sustenten las diferentes normas en el ámbito del Derecho Informático.

Fuente.

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